Monday, January 30, 2006

La Mujer de mi Hermano

No. No voy a escribir sobre mi familia, se trata de la película basada en la novela de J. Bayly que me provocó una especial onda reflexiva, en la línea de un "por favor, no más de lo mismo II". por el título uno cree que puede encontrarse con el típico peliculón gringo: un matrimonio que después de algunos años, la rutina y el aburrimiento llevan a uno de los dos a empezar a mirar para el lado, el otro o la otra lo descubre y tenemos los últimos quince minutos, para deleite del periodismo chileno, con cuchillos , cuerpos abiertos, y sangre, mucha sangre hasta que llegan.... los federales.Es decir una hora que promete y 20 minutos de efectos especiales. Pero en este caso no es así, es precisamente la última parte la que permite el comentario.
Como dice la Jacquie, se enciende la luz en la pieza obscura y bajo un total sinceramiento de los protagonistas, se da paso a una reformulada convivencia, en que sin que ninguno renuncie a lo más preciado de sus intransables retorna la armonía de una forma distinta y con las cartas (todas) arriba de la mesa.
No pude dejar de pensar en lo que pasaría en alguna de las organizaciones que queremos, si se pudiera dar un proceso de esa naturaleza y reconstruir lo que M. Ramirez llama proyecto común y a lo mejor revivir la fé y la esperanza de G. Castillo, Kopax y la Gladys. En lugar de mirar para el lado o para ninguna parte, hacer un proceso de enseñar todas nuestra debilidades y fortalezas, permitir "por amor" la posibilidad de que el otro también se desarrolle, sea también guardián del espacio común, borrar de la tómbola la cara del "gana todo". Compartir un proyecto común supone que no identifica totalmente a ninguno, pero que permite estar mejor que sólo.
Hacer el esfuerzo de renovar la convivencia, no por conveniencia sino por convicción, inaugurar nuevas conductas más próximas al convencer que al vencer, moverse de la incondicionalidad al respeto por la diversidad sin que eso sea objeto de castigo, arrinconamiento o timbraje en el lomo.
Podrá alguien ponerle el cascabel al pequeño Pizarro que todos llevamos dentro? A estas alturas creo que empieza a ser un problema de supervivencia.
Esto es lo más políticamente incorrecto que he escrito.