Friday, September 08, 2006

El día después de la píldora.

No alcanzo a comprender las razones por las cuales los diferentes actores han sido tan incompletos al plantear sus posiciones frente a la pildora del día después. El tema no es sencillo y son legítimas las opciones a tomar.
Sin embargo creo que hay tres elementos sobre los cuales se podría haber establecido un acuerdo bastante amplio y que habría evitado buena parte del fuego cruzado que hemos presenciado.Podríamos llamarla verdadero reconocimiento de la diversidad.
El primero un diagnóstico de realidad, que guste o no, nos señala que estamos frente a un hecho indeseado, son cerca de 40.000 los embarazos adolescentes cada año y un porcentaje muy mayoritario de ellos se produce en los sectores de mayor pobreza, las consecuencias de esto son dramáticas en términos de reproducir indefinidamente esas condiciones de marginalidad. Ante este hecho resulta indispensable aplicar una política de salud pública orientada a salir al paso del problema.
El segundo es que el fortalecimiento de la familia tradicional y moderna es un valor reconocido por la sociedad y que el estado o el gobierno de turno debe atender adecuadamente.
El tercero es que habiendo posiciones valóricas en conflicto, la voluntariedad de ciertas acciones debe quedar expresamente manifestada y ser debidadmente relevada desde el momento que la autoridad pone en práctica una determinada medida.
Para expresarlo visualmente la implementación de una medida como la tomada debe contemplar el equilibrio casi perfecto de estos tres elementos, ninguno puede puede faltar o aparecer menoscabado desde la primera declaración.
La sorpresa viene cuando nadie cumple con estas condiciones: el gobierno argumentó correctamente en el primer tema, menospreció el segundo enfatizándolo sólo cuando empiezan a aparecer reacciones y aún no indica formas concretas de cómo se traduce ese apoyo al fortalecimiento familiar e ignoró el tercero hasta que la Iglesia Católica se exasperó. La DC no relevó suficientemente el problema concreto, al optar por el segundo debilitó su posición porque todos sabemos que un cambio por la vía educación demora varias generaciones y entonces qué hacemos entretanto. Y la Iglesia Católica aparece enfatizando su posición valórica pero sin dar cuenta del problema concreto.
La derecha en la diáspora ya conocida: unos que sí otros que no y parte de estos últimos mandando el tema a los tribunales, que se les ha convertido-erróneamente a mi juicio- en una especie de último baluarte moral al estilo de lo que en algún momento nos quisieron hacer creer con las FFAA.
Los primeros, que al menos yo ví, volviendo al centro fueron los senadores Ruiz Esquide y Pizarro, luego de a poco y como dejando una sensación de incomodidad creciente los voceros del gobierno, sin alejar la posibilidad tan nuestra de reestudiar o postergar la medida.
Creo que esta forma de hacer políticas públicas no ayuda a resguardar el gran activo de la Concertación y razón principal de sus 20 años de gobierno: ser el único conglomerado político que asegura la gobernabilidad del país. Si esa razón se empieza a debilitar en la percepción ciudadana, estaremos a las puertas del cambio.