Wednesday, April 11, 2007

Controvertido

Todos los que vimos las escenas, largamente repetidas como corresponde a la pésima TV que estamos sufriendo, del apedreo al vehículo de la jueza Chevesich quedamos muy impactados.
Injustificable por donde se le mire, la turba de 30 o 40 jóvenes destruyendo el vehículo fue un caramelo para la forma como los periodistas están entendiendo la forma de informar a los chilenos. Antes había sido Eyzaguirre quien había pasado por algo parecido. Ella y él no sufrieron agresión física alguna, aún cuando los efectos sicológicos los deben haber acompañado algunos días.
Curioso resulta que de la turba de Eyzaguirre no se haya identificado a ninguno y de la jueza a ¡ sólo uno!. No pretendo defender al joven Lizama, ni creo que sea un idealista ni nada por el estilo, pero más me parece un chivo expiatorio que un delincuente. Ideal para aplicar toda justicia contra él, joven común y corriente, sin posibilidad de defensa corporativa alguna, de padres separados y madre ausente, nos dicen que hace ocho años que no la veía.
Voy a usar una frase que más molesta a quienes creen que la vida transcurre preocupándose sólo de su parcelita particular y nada pueden o deben hacer ante los problemas de la sociedad en que viven: ¿ no será este joven un aviso del tipo de sociedad que estamos contruyendo y de los valores que a diario nos bombardean los medios?
Todos sabemos lo que significa mandarlo a la cárcel, nadie sale de ahí reformado, por el contrario la cárcel es la mejor universidad del delito, lo que todavía no sabe lo aprenderá, lo que todavía no vive lo vivirá. Esta será la primera de una larga serie de visitas a los recintos penitenciarios.
La sociedad se tranquilizará, este ejemplo aleccionador creerá que irá en ayuda de la paz social, los jóvenes lo pensaran dos veces antes de repetir la acción de Lizama y sus cuarenta compañeros. Y no es cierto, mil veces probado y mil veces reprobado el examen.
Me hubiera gustado ver al joven Lizama asistir a alguna terapia sicológica, pagada por el Estado por que él no tiene recursos, me hubiera gustado una sanción social del tipo barrer la Plaza de Armas los domingos por un par de meses. O sea me hubiera gustado hacernos cargo del joven Lizama y no descargarnos de él inscribiendolo en la escuela del hampa.
¿ Sabremos alguna vez de los otros acompañantes en los apedreos o la justicia se sentirá satisfecha con el castigo aplicado a uno sólo de ellos?