Monday, August 14, 2006

El Santiago que se muere de pena

Me da lata seguir hablando de política, como cuando iba al estadio y tocaba un "hombre de negro"que le quedaba grande el partido o no estaba en su tarde, en fútbol eso pasa mucho, lo mejor era olvidarse que estaba ahí y mirar el partido.
Para cerrar el capítulo con algo positivo me gustó la Paulina Veloso, con un par de fallas menores, una con el tema de las urgencias, a los proyectos se les pone urgencia para que avancen no para que la oposición se dé el gusto de rechazarlos no sé porque no lo dijo, y la otra con el tema del uso de los excedentes del cobre en que simplemente se fue de tollo pero no es lo suyo. Tuvo dominio sobre los temas, buen manejo en la Tele y conocimiento de su cartera. Bien.
Antes de que existiera la gloriosa Costanera Norte, cada vez que salía de Santiago hacia Viña por Alameda o Ecuador el comentario era el mismo, porque no se recuperan esos barrios que tienen toda la infraestructura ya hecha y se sigue haciendo crecer la capital descontroladamente. El paso por esas calles me transmitía una inmensa pena de cada una esas casas medio deterioradas ya sin ningun carácter, que alguna fueron barrios con niños y vecinos que se saludaban y hoy son locales comerciales a medio morir.
El domingo, un amigo nos invitó a un asado en Sto. Domingo y me tocó pasar por esa Avenida Matta ancha y con parque al medio y que al igual que las anteriores también se muere de pena. La conocí de niño, mis tíos más cariñosos y mis primas más amigotes vivían en Chiloé (reminiscencias para mi apoyo al puente?) con Marina de Gaete, alcancé a conocer los tranvías, uno de los últimos recorría V.Mackenna y doblaba por Av. Matta. de casonas grandes y gusto a barrio. Allí fumé mis primeros puchos con gusto a trasgresión y a juventud.
Hoy esa casa es una bodega quizás cuantas más siguieron el mismo destino, gente poca niños menos, progreso a la altura de los setenta.
Tomamos la carretera del Sol y a algunos kilómetros empezaron a aparecer conjuntos habitacionales estilo Disney igual que al otro lado cuando de vuelta a Santiago pasando Vespucio, se pueden ver las nuevas villas. En ambos casos hubo que hacer todo desde el principio allí no había tendidos de luz, ni agua potable, ni alcantarillado ni recorridos de micros establecidos, nada.
Un economista, me podría explicar todo el fenómeno menos la parte más importante: el factor humano, porqué mandar a las personas a los suburbios y a los container al Downtown.
¿Que tal vivir a cinco minutos del Parque O'Higgins y a quince del Estadio Nacional, con el Barros Borgoño a un lado y el Arriarán al otro? y si nos vamos al otro lado, con la Quinta Normal para irse caminando, el Barros Arana al lado y el San Juan de Dios a minutos. Todo hecho, todo cerca.
A pesar de que esta disquisición puede cumplir ya diez o veinte años, el domingo igual que las veces anteriores sentí que todavía se está a tiempo..... a tiempo que no sea el tiempo (mercado) el que se acuerde que ahí existe un tesoro que se puede desempolvar, sino que sea la mano del hombre ( que no es invisible) la que recupere para su propio bienestar esos sectores.
Mientras manzanas enteras de Ñuñoa caen bajo la picota de ávidos inversionistas, la Avenida Matta, Alameda y Ecuador y todos esos alrededores se mueren de pena.
Reflexión centralista, pero que me imagino es parte del paisaje de muchas ciudades de Chile, será tambien componente genética del modelito de desarrollo (crecimiento) que tanto reconocimiento nos trae del exterior?