Parecía que el planeta gol se había dado vuelta, que lo que antes el brillo ahora estaba opaco y lo que antes era temor ahora era pura fe.
Cuando el Chile de Bielsa le ganó por primera vez a Argentina acá, Basile el DT argentino preguntó: ¿che, con cuantos está jugando Chile? y eran once igual que ellos. Ayer el comentarista argentino preguntó lo mismo: ¿cuantos azules hay en la cancha? la misma respuesta, había once igual que los brasileños.
A nivel internacional, se jugó como ya nos estábamos olvidando; como se juega en el resto del mundo, a ganar y no a empatar, a correr y no trotar, a buscar el arco y no las lineas laterales, a hacer daño y no dejar pasar el tiempo, a un toque y no al moñito inutil, y se terminó como nunca antes ganando, gustando y goleando.
Por noventa minutos Brasil no fue un pais tropical, fue un iceberg, no se les sacaba una sonrisa o un aplauso ni con la policía. 50 azules se escuchaban por la tele como si estuviera repleto de ellos el estadio.
Confieso que grité cada gol con el alma y algo más, es que era demasiado tiempo esperando que uno se atreviera y "San Paoli" se atrevió y los jugadores le creyeron. No tengo idea si la fiesta continuará o no, si hay algo en que cada día tiene su afán eso se llama fútbol. En todo caso lo veía venir, hace unos días en el estadio le comenté a uno de mis hijos, es un agrado venir a ver a esta U y así está siendo.
Si esto se toma con la humildad necesaria, " aún no se ha ganado nada" y se privilegia el esfuerzo y el trabajo sin duda que vendrán más y mejores alegrías.
Una noche para incorporarla al carrusel de momentos lindos que giran interminables, cuando se enciende esta hermosa pasión
