Thursday, October 18, 2007

Para Leer y Pensar

Este texto de Warnken, puede ser despreciado por nostálgico o denostado por pesimista o atesorado por dar cuenta del vacío que se siente en el ambiente. Elegí esto último y por eso lo incorporo a mi blog, igual invito a su lectura.

Lisa, ya no eres tú

Cristián Warnken

Vuelves al litoral central, a las mismas orillas, junto al mismo mar y te das cuenta de que han pasado 30 años. Has regresado -bajo un claro cielo de octubre- a los balnearios donde transcurrieron los largos veranos de tu infancia. Ese Chile -el tuyo- ya no es del ahora. Pero, ¿es mejor o peor?
Se ha ganado mucho en tres décadas, no cabe duda: una voz -a estas alturas ya interiorizada- te repite al oído las auspiciosas cifras de crecimiento, de ordenamiento fiscal, a las que se suman los miles de kilómetros de las carreteras flamantes que les han ganado terreno a los caminos polvorientos. Sí, ¡quién puede negar los éxitos que la izquierda y la derecha unidas refriegan con orgullo sobre los rostros de los críticos trasnochados! Y digo "unidas", porque ninguna de las dos hubiera podido hacerlo en solitario. Como lo recordara tan bien un lector hace unos días, el artefacto de Parra que tanto escozor despertó años atrás -"la izquierda y la derecha unidas, jamás serán vencidas"- podría ser hoy el lema del nuevo escudo nacional (esa geometría de cubitos que suplantó al huemul y al cóndor de las iconografías de infancia).
Pero algo en ti no quiere sumarse a la celebración. ¿Es que acaso quieres volver a las fatídicas décadas de la polarización ideológica? ¿Es que te has convertido en un flagelante sin darte cuenta? No. Sé que, objetivamente, hay mucho que celebrar, pero algo en mí se resiste instintivamente a la consagración de la primavera de los "aspiracionales".
Te asomas al balcón de la casa de veraneo en la que te alojas y ves a los hijos de la antigua clase trabajadora de los años 70 con sus flamantes 4x4 -la música a todo volumen-, las muchachas luciendo sus "iPod" comprados en una gran multitienda, las abuelas respondiendo frenéticamente a sus celulares: se percibe en ellos a los que llegaron muy lejos, movidos por un "miedo inconcebible a la pobreza". No los reconoces ni ellos te reconocen a ti, miembro de una clase media que desapareció y que fue la protagonista de la épica meritocrática, que permitió que estos nuevos veraneantes ocuparan hoy sus antiguas casas en la playa. Esa vieja clase media -más austera, tal vez un poco conservadora y sin la energía de la de ahora- ya no existe: su estilo de vivir y pensar son los escombros de las grandes casas ñuñoínas sobre las que hoy se levantan altas torres funcionales, sin ningún sentido estético ni amor por la historia. Los nuevos vecinos incluso elegirán ser enterrados en un parque cementerio cuya publicidad leo en la carretera: "El único al lado de dos hipermercados y un mall".
Los miembros de la nueva clase media no quieren oír nada que huela a nostalgia, a pasado, pasado del que han huido a la velocidad de la luz. ¿Cómo no entenderlos? ¿No esperaron demasiado tiempo el fruto del "gran chorreo"?
Pero, ¿vas a bajar esta tarde a sumarte a sus asados, a comentar con ellos la última cirugía plástica de una diva local? Puedes intentar hacerlo, pero sabes que no será un gesto auténtico. Cierras los ojos y recuerdas tus largos veraneos de la década de 1970, las conversaciones morosas en los corredores de la Residencial Miramar en El Tabo. Ves a Enrique Lihn bajando a la playa de Isla Negra con un cuaderno Orión, donde escribirá su poema "Brisa marina". Todo eso se acabó. Y el "hit" del verano de entonces se te vuelve a pegar en los oídos: "Lisa, ya no eres tú/ la muchachita de la mirada azul". Afuera, todos quieren tapar la música portentosa del mar con "reggaeton" a todo parlante. Y tú recorres las calles de estos balnearios como el patético personaje de "La muerte en Venecia", ajeno, extranjero al espíritu festivo de los otros. Sí. Todo es como en "La muerte en Venecia". Sólo que sin belleza.

2 comments:

Anonymous said...

En realidad, notable.
Para los que vivimos esa época, esos barrios, ese estilo.
Se justifica y entiende la romántica nostalgia. Para los que vivimos el fin de una ciudad capital pueblerina de gente amistosa, de barrio con almacén,panadería, ferretería, en Irarrázaval. Con el abuelo que vendía pastillas "pololeo", avellanas y sorpresas con la suerte,en la Plaza Ñuñoa, mientras patinábamos en patines con 4 ruedas y ajustábamos los "perros"(que los afirmaban a los zapatos), con una llave de metal, especial para ello.
La misa, la plaza, el cine Dante, y la competencia de "yo-yo" antes de la película en la matineé del California. El malón con los amigos del barrio y otros.
Cristián tiene razón. Es nostalgia y la comparto. Era una vida más compartida con otros.
¿más plácida?, ¿Más plena?
Pero no dejo de pensar que a mis hijos eso tal vez les diga poco y ellos tendrán nostalgia de otras cosas cuando les llegue la hora de eso.
¿Se acordarán con nostalgia de los cumpleaños celebrados en la casa de la abuela?. Casa , patio y jardín que borró un horrible edificio verde.
¿Será solo un ciclo más de una generación a otra?
O será un profundo y marcado cambio de era.
Cambio de ética y de estética.
El mundo cambió, pero nosotros los nostálgicos estamos vivos aquí y ahora y, al parecer compartiremos parte del futuro de nuestros niños y jóvenes por varios años más(si Dios así lo quiere).
Quiero decir que vivimos también esta época, somos parte de ella,solo que con ojos de adultos y con romántica nostalgia de nuestra querida infancia y juventud. Vivimos este presente y espero podamos aún aportar para el futuro. El nuestro y el de los que ahora se empinan recién a apropiarse del tiempo que viene.
Con todo, me gusta lo vivido y lo que vivo y me sorprendo y admiro de lo que está por venir y tendré la oportunidad de conocer.
Solo me gustaría poder rescatar algunas cosillas que Cristián nos recuerda. Esa cercana convivencia entre la gente, más confiada y cariñosa. Y creo que eso...se puede rescatar para este tiempo.
¡Buena Cristián!, Notable como dice Toño.

Anonymous said...

En realidad, notable.
Para los que vivimos esa época, esos barrios, ese estilo.
Se justifica y entiende la romántica nostalgia. Para los que vivimos el fin de una ciudad capital pueblerina de gente amistosa, de barrio con almacén,panadería, ferretería, en Irarrázaval. Con el abuelo que vendía pastillas "pololeo" y sorpresas con la suerte,en la Plaza Ñuñoa, mientras patinábamos en patines con 4 ruedas y ajustábamos los "perros" con una llave de metal, que era especial para ello.
La misa, la plaza, el cine Dante, y la competencia de "yo-yo" antes de la película en la matineé del California.
Cristián tiene razón. Es nostalgia y la comparto.Era una vida ¿más plácida?, ¿Más plena?
Pero no dejo de pensar que a mis hijos eso tal vez les diga poco y tendrán nostalgia de otras cosas cuando les llegue la hora de eso.
¿Será solo un ciclo más de una generación a otra?
O será un profundo y marcado cambio de era.
Cambio de ética y de estética.
El mundo cambió, pero nosotros los nostálgicos estamos vivos aquí y ahora y, al parecer compartiremos parte del futuro de nuestros niños y jóvenes por varios años más(si dios así lo quiere).
Quiero decir que vivimos también esta época, somos parte de ella,solo que con ojos de adultos y con romántica nostalgia de nuestra querida infancia y juventud. Vivimos este presente y espero podamos aún aportar para el futuro. el nuestro y el de los que ahora se empinan recién a construir su futuro.
Con todo, me gusta lo vivido y lo que vivo y me sorprendo y admiro de lo que está por venir y tendré la oportunidad de conocer.
Solo me gustaría poder rescatar algunas cosillas que Cristián nos recuerda. Esa cercana convivencia entre la gente, más confiada y cariñosa.Y creo que eso...se puede rescatar para este tiempo.
¡Buena Cristián!, Notable como dice Toño.