Thursday, April 24, 2008

Mensaje 567

Eduardo Silva Arévalo S.J. profesor de teología de la U.C. y Decano de Filosofía de la Alberto Hurtado desarrolla en este número de la revista un muy interesante artículo sobre los aportes del cristianismo a la política y la situación de la DC.
Para quienes creemos hace tiempo que este partido no está haciendo aportes renovadores a la política y se va consumiendo conforme avanza el fragor de la ardua disputa por el poder con sus aliados y ahora con sus adversarios, el autor nos muestra tres magníficos caminos que podrían permitir reencaminar los pasos del actual partido o ser un muy buen punto de partida para una nueva experiencia.
El primero de ellos es la Opción Preferencial por el Pobre, la exigencia política de incluir a los excluidos, de luchar por un país con mayor igualdad. Esto es parte sustantiva de la DC, sin embargo algo pasa que los pobres no nos reconocen como antes, me atrevo a aventurar que hemos distanciado el discurso sobre los pobres (ellos) de nuestras propias actitudes, formas de vida y desenvolvimiento cotidiano. No se trata de vestirse de pobre para hablar de pobreza éso tampoco gusta, pero nuestras viejas costumbres de sencillez, humildad y cercanía desinteresadas han sido reemplazadas en buena parte por esas modernas formas de ser chileno, nos hemos alejado y hemos perdido si no discurso, credibilidad.
El segundo pilar, el autor lo llama la construcción de vínculos no abstractos, en definitiva se trata del tejido social la pertenencia e identificación a una comunidad determinada, justamente el camino contrario al que alienta el liberalismo y tambien de nuevo aparece la disociación entre el discurso y el diario vivir, se puede discrepar del grado intensidad o como quiera llamarsele pero la DC es desde hace un tiempo cada vez menos comunidad, sin solidaridad en su interior, en que la pertenencia e identificación son cada vez mas difíciles de reconocer en sus integrantes y sí de sus facciones o como quiera llamársele. El poder ha actuado con toda su brutalidad en estos años.
Por último algo que yo relacioné con lo primero pero que tiene su especificidad y cualidades particulares, un ethos de vida buena, estamos hablando de ideales de excelencia y propuestas de felicidad traducidas en vida abundante en todos los planos, relevar virtudes y proponer el ejemplo de hombres virtuosos como modelos de excelencia; aquí creo que las fallas son evidentes casi obvias.
Tres aspectos, caminos o principios como se les llame que revisados a fondo, asumidos en su globalidad, harían la diferencia entre lo que estamos presenciando y lo que podría ser capaz de convocarse, a mí me huele una conversión de esta naturaleza a una nueva revolución en libertad.
Como ya lo señaló Andrés lean este artículo, es de esas cosas necesarias.

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